Violencia
Un tema que he estado pensando en los últimos días es ¿por qué somos tan violentos? Y
me parece que es una multiplicidad de factores ya que es casi imposible concentrarse en
una sola cosa y determinar cuál es el problema exactamente. Pero hoy me gustaría
hablarte de dos tipos de violencia, la primera tiene que ver con el ámbito estrictamente
personal y luego la violencia en la sociedad, que es mucho más profundo y que cada vez
como argentinos la vemos manifestada en nuestro país.
En la parte personal, puedo mencionar dentro de estos múltiples factores a la
acumulación de tensiones. ¿Qué hago con las presiones de todos los días? Sería la
pregunta. ¿Cómo hago para manejarlas? Muchas veces pasa que vas a cobrar algo y no
te pagan, luego tienes que lidiar con el aumento de luz o una posible enfermedad, puede
ser también que te enfrentes a una injusticia, y las problemáticas de todos los días pero
¿cómo resuelvo esa situación que genera una gran irritabilidad?. Por otro lado, si
hablamos de acumulación de tensiones tenemos que incluir la ansiedad, el afán, las
angustias, entre otras cosas, que si no sabemos canalizar es posible que cualquier día
que lleguemos a casa explotemos por cualquier tontería. Entonces se desencadena toda
una escena de violencia, tratas mal a tu familia, le gritas a tu esposa y esto es importante
recalcarlo, porque comienza a manifestarse la violencia verbal y probablemente hasta la
física y se crea todo un círculo vicioso muy peligroso. Si no logro resolver esto como se
debe, a la semana se vuelve a repetir.
Con respecto al ámbito social, podemos mencionar la amargura, el resentimiento y el odio
Con respecto al ámbito social, podemos mencionar la amargura, el resentimiento y el odio
colectivo que por supuesto, generan violencia. Cuando yo vengo acumulando en el
corazón heridas, golpes, injusticias, lo que puedo dar es solamente eso. La biblia nos dice
en Lucas 6:45 que de la abundancia del corazón habla la boca, es decir, cuando hay una
violencia verbal es porque en algún lado se acumuló y tiene que salir. El tema está
cuando estas emociones tienen un nivel tan alto que alcanza a toda una sociedad. Yo
creo que la sociedad Argentina cada vez se está tornando más violenta y puedo
mencionarte tres razones que para mi, son las causantes.
En primer lugar está la frustración. La violencia es consecuencia de las frustraciones
personales, es decir que esta está en la base del comportamiento violento. Cuando uno
tiene una meta y una expectativa más alta de lo que realmente podemos dar, genera
cierta frustración que puede convertirse en enojo y este a su vez se puede convertir en
violencia.
En segundo lugar encontramos el descrédito en la comunidad. Esto me parece básico.
La violencia se puede describir como un procedimiento de la conducta en la necesidad de
imponer mis derechos sobre el otro por la fuerza. Ahora, yo pensando a cerca de este
tema, me imaginaba que el país es como una casa. Están los hijos que discuten por un
juguete o una computadora, y es sano dejarlos discutir para que aprendan a socializar, a
llegar a acuerdos, pero deben hacerlo bajo la presencia del padre o la madre para que
luego cuando no estén, lo hagan como si estuviesen, sin embargo uno como padre tiene
que aparecer antes de que se agarren de los pelos y así me parece que es un país. El
país necesita tener esas tensiones pero hay un justo que tiene que decir: “un momentito,
estas son las reglas” sino, se convierte todo en una anarquía. Se siente que hay un
descrédito en la justicia y de ahí viene un poco esa fuerza que vos ves todos los días en
los cortes de calle, cortes de ruta porque la gente no se siente escuchada y siente que no
aparece ese “papá y mamá” para poner pautas y reglas. Ahora imaginemos esto, una
persona que viene un fin de semana largo y precisa llegar ese día a su casa para poder ir al día siguiente a trabajar, pero en medio del trayecto le cortan la ruta porque hay alguien
que tiene un derecho y el derecho no es escuchado, ¿de qué manera crees que va a
reaccionar el que viene apresurado por llegar a casa? Va a ser un cúmulo de emociones
que puede explotar de manera violenta.
Y en tercer lugar podemos mencionar la falta de diálogo. La falta de diálogo genera
violencia. Cuando un país tiene diferencias con otro país, no le tira una bomba atómica y
mata 300 mil personas, se inician conversaciones, se pide la intervención de los órganos
internacionales y el último recurso que queda cuando se estudian las ciencias políticas, es
la guerra, pero esta es el uso de la violencia. Ahora, al tener un descrédito en el diálogo,
la gente siente que pierde el tiempo cuando habla, piensan “a nadie le importa lo que yo
digo” entonces salen a cortar una calle o a cortar una ruta.
Cuando decimos que queremos cambiar el mundo, suena a algo utópico, y se ponen unas
metas tan altas que generan frustración, lo mismo pasa cuando queremos cambiar un
país, o una ciudad, pero definitivamente sí podemos cambiar nuestra vida. La violencia
es una semilla que se desarrolla en el corazón del hombre, entonces lo primero que
tenemos que hacer es poner nuestro corazón, nuestra conciencia, nuestras emociones, la
psique en las manos de Dios.
Pero, ¿ahora qué hacemos con todo esto que diagnosticamos? ¿cuál puede ser nuestra
solución? En primer lugar siempre digo que es muy importante perdonar, porque muchas
veces la violencia emerge de un corazón enfermo, de un corazón resentido, con heridas
que a veces se arrastran desde la propia infancia, heridas que no las puede sanar nadie y
aunque el psicólogo o el terapeuta nos puede ayudar a identificar esta herida, no la puede
sanar y es allí donde interviene Dios. Él es aquel que puede sanar los corazones heridos,
y la manera que lo podemos hacer es perdonando. Cuando yo perdono, no lo hago por el
otro, lo hago por mi. Hay gente que dice: “cómo lo voy a perdonar si ese es un sin
vergüenza” y tiene razón, él no merece el perdón, pero yo me lo merezco, y cuando vos
perdonás, experimentás una paz fantástica y el odio se va, pero el odio no se va hasta
que no perdono.
En segundo lugar debemos Practicar la oración, cuando uno ora no es solamente una
práctica de catarsis, sino que hablo con Dios y toco a Dios, pero Dios también me toca a
y me da paz. La paz que necesitamos y que es tan grande, para luego convivir en
casa, con la esposa, con los hijos.
Y en tercer lugar es saber que Dios es justo con todos los que en Él esperan. Quizá el
hombre no va a ser justo, el juez no va a ser justo, el presidente de la nación no va a ser
justo, pero yo he aprendido que hay un Dios en los cielos que no puede ser burlado, que
no permite que sean avergonzados los que en él esperan y que él va a ser justo con todos
los que ponen en él su esperanza.
Dios te bendiga enormemente,
Pastor Osvaldo Carnival
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